Los sabores profundos del Valle Sagrado
De acuerdo a la manera en que nos relacionamos con el territorio, consideramos al vino como un conector. Se pueden sentir sabores, texturas y olores en la degustación de una cepa. Incluso podemos deducir cómo son aquellas personas que están detrás de su elaboración.
Basados en estas premisas, y de la mano de Héctor Vergara, único Master Sommelier de Latinoamérica, desarrollamos la nueva carta de vinos que se encuentran en nuestros destinos chilenos. Para llegar a lo que realmente queríamos conseguir, nos lanzamos en la búsqueda de vinos con sentido de origen. El desafío era encontrar vinos que encapsularan el sabor de un lugar determinado. El alma de un territorio.
La selección para la nueva carta se basó en encontrar historias magníficas, que se dejaran contar por medio de una copa. Debía ser una selección que invitara a explorar el territorio chileno en su particularidad. Buscamos explorar historias a partir de viñedos en lugares extremos, muy cerca de la costa pacífico, vinos blancos del sur, tintos de altura y vinos del norte chico.
Nos abocamos a encontrar vides cultivadas en terroirs distintivos. Considerando que este término, tan usado en el lenguaje vitivinícola se refiere a esa combinación única de suelo, subsuelo, clima, altitud y pendiente de la colina, en que los viñedos son plantados, y es prácticamente imposible que existan dos viñas con la misma mezcla de los componentes mencionados.
Chile es conocido por ser un gran productor de tintos. Sin embargo, para esta selección buscamos también llegar a lugares por medio de sus vinos blancos. Esto con el fin de encontrar en ellos, frescura y ligereza.
Los vinos blancos son vinos ideales para compartir tras una exploración. Refrescantes y suaves, combinan estupendamente con carnes de aves, patés y quesos blandos tipo brie. También pueden ser consumidos como aperitivo, preparando al comensal para vivir otra experiencia durante la degustación de los platos que probará.
Tal como las paredes de granito le dan la impronta a los cuernos del Paine, más al norte, en la V región, este mismo granito dota de personalidad a las plantaciones de uvas que darán paso a los blancos más exquisitos.
Sabor con aires costeros
A través de esta búsqueda llegamos a Viña Casa Marín, ubicada en la localidad de Lo Abarca. Se trata de una viña con un terroir único y desafiante, que fue intuido por su dueña, quien persistió en el cultivo de vides allí, demostrando el gran potencial de ese punto del país.
A solo 4 km del océano Pacífico la niebla es recurrente tanto en verano como en invierno. Se trata de una zona muy ventosa, donde las temperaturas pueden llegar a bajar considerablemente durante la época de crecimiento y maduración de las uvas. Sin embargo, la producción que brindan las vides es, en muchos casos de una calidad muy superior a las de otros valles de temperaturas más altas y de producción masiva. Las cosechas no son abundantes, pero las plantas que crecen en suelos de granito con capas arenosas y en suelos calcáreos, son fuertes, de uvas sanas y con una mayor concentración de sabor y mineralidad con las que se logra producir distinguidos vinos con personalidad y carácter propio.
Tal como las paredes de granito le dan la impronta a los cuernos del Paine, más al norte, en la V región, este mismo granito dota de personalidad a las plantaciones de uvas que darán paso a los blancos más exquisitos.
María Luz Marín, primera enóloga chilena, fue la mujer que se aventuró en el cultivo de uvas en Lo Abarca. Ella fue quien creyó en la viabilidad y con tesón y convencimiento, llegó a producir premiados blancos a nivel mundial. Se enfrentó a mil y un obstáculos, porque todos creían que sería una locura plantar allí, sin embargo, Mariluz demostró lo contrario, levantando una Viña reconocida y que entrega el sabor único de este terroir gracias a su producción.
Por esta razón es que incorporamos dos exponentes de la bodega Casa Marín en la carta: el Cipreses Sauvignon Blanc y Estero Sauvignon Gris. El Sauvignon Blanc Cipreses de Casa Marín ha sido reconocido entre los mejores del mundo. Es mediante ellos, que nos hacemos parte de la historia de esa mujer visionaria, que luchó contra viento y marea a principios de los 2000.
Estamos convencidos de que abrir un vino es de por sí una forma comunión, reunión, y encuentro entre varios o con uno mismo.
Por eso no sería de extrañar que, si estando en la montaña, saboreas uno de nuestros blancos elegidos, a través de esa copa estarás también explorando y sintiendo la ligereza y frescura de la costa chilena.